sábado, 17 de enero de 2009

El Efecto Morzart


NEUROCIENCIA

La sonata K448 de Mozart puede ser "música para los oídos", pero también para el cerebro. Desde que en la pasada década se detectó por primera vez un aumento de ciertas habilidades tras escuchar su melodía, numerosas investigaciones han tratado de desmentir o confirmar la existencia del llamado "efecto Mozart".
En la habitación suena la Sonata para Dos Pianos en Re Mayor de Wolfgang Amadeus Mozart, también conocida como K448. Un grupo de 36 estudiantes la escucha, tal y como les indican los investigadores, durante 10 minutos. Inmediatamente después les someten a unos tests para evaluar su razonamiento espacio-temporal. En las salas contiguas otros dos grupos de compañeros realizan idénticas pruebas, con la única diferencia de haber pasado esa decena de minutos escuchando cintas de relajación unos, y en absoluto silencio otros. Pero, curiosamente, esa mínima diferencia había influido, y las puntuaciones, traducidas para su evaluación a la escala del Coeficiente Intelectual, resultaron ser de 8 a 9 puntos superiores después de escuchar a Mozart frente al resto de las situaciones. La psicóloga Frances Rauscher y el neurobiólogo Gordon Shaw, de la Universidad de California, sacaron a la luz aquellos sorprendentes resultados en 1993, en la revista Nature, sugiriendo por primera vez que la música del compositor austriaco podía incrementar algunas capacidades del cerebro humano. Aquel hallazgo, desde entonces apodado como "efecto Mozart", era muy breve -de apenas 15 minutos tras la escucha-, pero lo suficientemente importante para no dejar indiferente a ningún investigador. Dos años más tarde, Rauscher y Shaw ampliaban sus resultados publicando un estudio en el que 79 jóvenes eran sometidos a una nueva prueba. En esta ocasión debían averiguar qué forma tendrían ciertos pedazos de papel después de doblarlos y cortarlos de determinada manera. Una vez obtenidas las respuestas, los estudiantes se dividían en 3 grupos en los que se les exponía, durante 10 minutos, a la música minimalista de Phillip Glass, la sonata K448 de Mozart y silencio respectivamente. Cuando se repitió el test, el grupo que había escuchado a Mozart logró predecir un 62 por ciento más de las formas que la vez anterior, mientras los otros dos grupos sólo mejoraban en algo más del 10 por ciento de sus respuestas.

Encuentra el articulo completo en: http://www.cienciadigital.es/hemeroteca/reportaje.php?id=61

viernes, 2 de enero de 2009



¿QUÉ SON LOS ESTILOS DE APRENDIZAJE?
El término 'estilo de aprendizaje' se refiere al hecho de que cuando queremos aprender algo cada uno de nosotros utiliza su propio método o conjunto de estrategias. Aunque las estrategias concretas que utilizamos varían según lo que queramos aprender, cada uno de nosotros tiende a desarrollar unas preferencias globales. Esas preferencias o tendencias a utilizar más unas determinadas maneras de aprender que otras constituyen nuestro estilo de aprendizaje.
Que no todos aprendemos igual, ni a la misma velocidad no es ninguna novedad. En cualquier grupo en el que más de dos personas empiecen a estudiar una materia todos juntos y partiendo del mismo nivel, nos encontraremos al cabo de muy poco tiempo con grandes diferencias en los conocimientos de cada miembro del grupo y eso a pesar del hecho de que aparentemente todos han recibido las mismas explicaciones y hecho las mismas actividades y ejercicios. Cada miembro del grupo aprenderá de manera distinta, tendrá dudas distintas y avanzará más en unas áreas que en otras.
Esas diferencias en el aprendizaje son el resultado de muchos factores, como por ejemplo la motivación, el bagaje cultural previo y la edad. Pero esos factores no explican porque con frecuencia nos encontramos con alumnos con la misma motivación y de la misma edad y bagaje cultural que, sin embargo, aprenden de distinta manera, de tal forma que, mientras a uno se le da muy bien redactar, al otro le resultan mucho más fácil los ejercicios de gramática. Esas diferencias si podrían deberse, sin embargo, a su distinta manera de aprender.
Tanto desde el punto de vista del alumno como del punto de vista del profesor el concepto de los estilos de aprendizaje resulta especialmente atrayente porque nos ofrece grandes posibilidades de actuación para conseguir un aprendizaje más efectivo.
El concepto de los estilos de aprendizaje está directamente relacionado con la concepción del aprendizaje como un proceso activo. Si consideramos que el aprendizaje equivale a recibir información de manera pasiva lo que el alumno haga o piense no es muy importante, pero si entendemos el aprendizaje como la elaboración por parte del receptor de la información recibida parece bastante evidente que cada uno de nosotros elaborará y relacionará los datos recibidos en función de sus propias características.
Los distintos modelos y teorías existentes sobre estilos de aprendizaje lo que nos ofrecen es un marco conceptual que nos ayude a entender los comportamientos que observamos a diario en el aula, como se relacionan esos comportamientos con la forma en que están aprendiendo nuestros alumnos y el tipo de actuaciones que pueden resultar más eficaces en un momento dado.
Pero la realidad siempre es mucho más compleja que cualquier teoría. La forma en que elaboremos la información y la aprendamos variará en función del contexto, es decir, de lo que estemos tratando de aprender, de tal forma que nuestra manera de aprender puede variar significativamente de una materia a otra. Por lo tanto es importante no utilizar los estilos de aprendizaje como una herramienta para clasificar a los alumnos en categorías cerradas. Nuestra manera de aprender evoluciona y cambia constantemente, como nosotros mismos.


Sistema de representación visual:
Cuando pensamos en imágenes (por ejemplo, cuando 'vemos' en nuestra mente la página del libro de texto con la información que necesitamos) podemos traer a la mente mucha información a la vez, por eso la gente que utiliza el sistema de representación visual tiene más facilidad para absorber grandes cantidades de información con rapidez.
Visualizar nos ayuda además, a establecer relaciones entre distintas ideas y conceptos. Cuando un alumno tiene problemas para relacionar conceptos muchas veces se debe a que está procesando la información de forma auditiva o kinestésica.
La capacidad de abstracción está directamente relacionada con la capacidad de visualizar. Tambíen la capacidad de planificar.
Esas dos características explican que la gran mayoría de los alumnos universitarios (y por ende, de los profesores) sean visuales.
Los alumnos visuales aprenden mejor cuando leen o ven la información de alguna manera. En una conferencia, por ejemplo, preferirán leer las fotocopias o transparencias a seguir la explicación oral, o, en su defecto, tomarán notas para poder tener algo que leer.


Sistema de representación auditivo:
Cuando recordamos utilizando el sistema de representación auditivo lo hacemos de manera secuencial y ordenada. En un examen, por ejemplo, el alumno que vea mentalmente la página del libro podrá pasar de un punto a otro sin perder tiempo, porqué está viendo toda la información a la vez. Sin embargo, el alumno auditivo necesita escuchar su grabación mental paso a paso. Los alumnos que memorizan de forma auditiva no pueden olvidarse ni una palabra, porque no saben seguir. Es como cortar la cinta de una cassette. Por el contrario, un alumno visual que se olvida de una palabra no tiene mayores problemas, porqué sigue viendo el resto del texto o de la información.
El sistema auditivo no permite relacionar conceptos o elaborar conceptos abstractos con la misma facilidad que el sistema visual y no es tan rápido. Es, sin embargo, fundamental en el aprendizaje de los idiomas, y naturalmente, de la música.
Los alumnos auditivos aprenden mejor cuando reciben las explicaciones oralmente y cuando pueden hablar y explicar esa información a otra persona.


Sistema de representación kinestésico:
Cuando procesamos la información asociándola a nuestras sensaciones y movimientos, a nuestro cuerpo, estamos utilizando el sistema de representación kinestésico. Utilizamos este sistema, naturalmente, cuando aprendemos un deporte, pero también para muchas otras actividades. Por ejemplo, muchos profesores comentan que cuando corrigen ejercicios de sus alumnos, notan físicamente si algo está mal o bien. O que las faltas de ortografía les molestan físicamente. Escribir a máquina es otro ejemplo de aprendizaje kinestésico. La gente que escribe bien a máquina no necesita mirar donde está cada letra, de hecho si se les pregunta dónde está una letra cualquiera puede resultarles difícil contestar, sin embargo sus dedos saben lo que tienen que hacer.
Aprender utilizando el sistema kinestésico es lento, mucho más lento que con cualquiera de los otros dos sistemas, el visual y el auditivo. Se necesita más tiempo para aprender a escribir a máquina sin necesidad de pensar en lo que uno está haciendo que para aprenderse de memoria la lista de letras y símbolos que aparecen en el teclado.
El aprendizaje kinestésico también es profundo. Nos podemos aprender una lista de palabras y olvidarlas al día siguiente, pero cuando uno aprende a montar en bicicleta, no se olvida nunca. Una vez que sabemos algo con nuestro cuerpo, que lo hemos aprendido con la memoria muscular, es muy difícil que se nos olvide.
Los alumnos que utilizan preferentemente el sistema kinestésico necesitan, por tanto, más tiempo que los demás. Decimos de ellos que son lentos. Esa lentitud no tiene nada que ver con la falta de inteligencia, sino con su distinta manera de aprender.
Los alumnos kinestésicos aprenden cuando hacen cosas como, por ejemplo, experimentos de laboratorio o proyectos. El alumno kinestésico necesita moverse. Cuando estudian muchas veces pasean o se balancean para satisfacer esa necesidad de movimiento. En el aula buscarán cualquier excusa para levantarse y moverse.



Visita la siguiente dirección para ver el cuadro de comportamiento según el estilo de aprendizaje, ahí podras ver tus caractererísticas en cuanto a conducta, aprendizaje, lectura, ortografia, memoria, imaginación, almacenaje de información, comportamiento durante los períodos de inactividad, comunicación y distractores; de acuerdo a tu estilo de aprendizaje

Ventajas Anatómicas de Estudiar un Segundo Idioma


Aprender un segundo idioma estimula el desarrollo cerebral
Por Lic. Rafael A. Lora
El aprendizaje de un segundo idioma ayuda a desarrollar una parte del cerebro encargada de la fluidez verbal, según se informó un estudio realizado por científicos británicos.
Se sabe, por estudios realizados en el campo de la neurociencia y de la
psicología cognitiva, (Ellis, 1996; Gardner,1996; Jensen, 1996: Jonson Laird, 1990; Calvin, 2001) que nuestro cerebro está neurológicamente preparado para aprender. Tenemos un programa genético predeterminado. Éste incluye la capacidad de aprender los cincuenta y dos sonidos de los lenguajes universales, su entonación y sintaxis. Cuando aprendemos, nos " ponemos al tanto " y / o actualizamos lo que nuestro cerebro ya tiene (Jensen 1996: 6)..
Investigaciónes, realizada por expertos del University College de Londres (UCL) y publicada en la revista Nature, indicó que las personas bilingües poseen "más materia gris" en la parte inferior de la corteza cerebral parietal. El efecto, descubierto a través de complejos escáners, es aún más notable cuando el segundo idioma se aprendió antes de los cinco años de edad. Los científicos indicaron que cuanto más tiempo espera la persona para aprender un nuevo idioma, menos modificaciones sufre el cerebro. La "materia gris" del cerebro está compuesta principalmente por "cabezales" de nervios, que son responsables del procesamiento de información. En cambio, la "materia blanca" está compuesta por finos filamentos o "axones de neuronas", que se ocupan de los procesos de transmisión de información. Los expertos saben desde hace tiempo que el cerebro posee la habilidad de cambiar su estructura como resultado de la estimulación, un efecto también conocido como "plasticidad", Pero aún no queda completamente claro cuán "plástico" puede ser el cerebro. Sin embargo, la nueva investigación británica demuestra que el aprendizaje de nuevos idiomas puede tener un gran impacto en la estructura cerebral, especialmente en niños pequeños. También participaron de la investigación 33 bilingües "tardíos" que aprendieron una segunda lengua entre la edad de 10 y 15 años, y que lo han practicado con regularidad durante los últimos cinco. Estudios con escáners realizados a la densidad de la "materia gris" cerebral en la parte inferior de la corteza parietal mostraron evidencias de que esa materia era mayor en personas bilingües que en aquellos que sólo hablan un idioma. Los efectos fueron "significativamente mayores" en el hemisferio izquierdo del cerebro, y aun más en las personas bilingües que aprendieron el segundo idioma a temprana edad. Para los científicos, los efectos del aumento en la densidad de la materia gris podrían surgir de una predisposición genética o por una organización estructural inducida por la experiencia. "Nuestros hallazgos sugieren que la estructura del cerebro humano se alteró por la experiencia de adquirir una segunda lengua", explicó Mechelli a Nature. Además, aclaró que la relación entre la densidad de la materia gris y los resultados de habilidad verbal podría reflejar un "principio estructural-funcional" más general que se extendería aun más allá del lenguaje.
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http://www.elmasacre.com/?modulo=articulos&seccion=60&articulo=5087